El pinar de Antequera es un parque de casi mil hectáreas situado al sur de la ciudad de Valladolid. Está catalogado como un monte de utilidad pública, declarado como Zona Natural de Esparcimiento. Está considerado como el auténtico pulmón verde de la ciudad y el principal recurso natural de la capital vallisoletana. El pinar cuenta con amplios espacios para el senderismo, el deporte a pie o en bicicleta. Es muy frecuentado por los vecinos de la ciudad durante los fines de semana.
Desde la Edad Media (en el S. XIII fue donado por Alfonso al Concejo de Valladolid) ya se tienen noticias del Pinar de Antequera, aunque aún no recibiera este nombre ni se sepa a ciencia cierta por qué se llama así. En 1859 el Ministerio de Fomento lo declaró monte público y eso le salvó de la desamortización y, por tanto, del seguro descuaje que sufrieron otros pinares y encinares que terminaron en manos privadas para convertir su superficie en tierras de labranza.
A principios del S. XX empiezan a construirse las primeras casas y, actualmente el Pinar de Antequera es un pequeño barrio de Valladolid.
La vegetación está formada principalmente por el pino piñonero (Pinus pinea), un bello e imponente árbol de inconfundible copa redonda, a modo de un chupachus cuya altura puede superar los 25 metros. Tiene un tronco delgado y recto de corteza anaranjada, marrón o rojiza con manchas grises. La medida del diámetro de todo el tronco oscila en torno a 1 metro. Sus hojas, en forma de aguja, crecen en pares y tienen un aspecto rígido. Miden de 10 a 20 centímetros de longitud y su superficie está pintada de verde brillante cuando son maduras. Son perennes, pero se caen al cabo de 2-4 años y en su lugar crecen otras rápidamente. Sus flores se agrupan en conos femeninos y masculinos, y cada una de las hojas escamosas de los conos es una flor. Los conos miden de 8 a 15 centímetros de longitud, y crecen solos o en pequeños grupos en el extremo de tallos cortos. Dentro de las piñas existen semillas (los famosos piñones) en forma de huevo y de color marrón, con una longitud de aproximadamente 2 centímetros.
No olvides que…
Su apellido en latín “pinea” es el nombre de la piña aludiendo a la producción de piñones comestibles de esta especie muy considerados como alimento, especialmente en repostería, siendo la provincia de Valladolid uno de los puntos de mayor aprovechamiento, base en otras épocas de un comercio tradicional que en los últimos tiempos vuelve a tener fuerza en la zona.
Es una especie muy importante en España, Portugal e Italia, principalmente por los piñones. Cada año, se cosechan millones de kilogramos de piñones en la región mediterránea. Se ha cultivado durante al menos 6,000 años para obtener sus semillas, aunque es probable que estas hayan sido recolectadas por el ser humano mucho más tiempo atrás. Además de comer los piñones, se cree que los hombres prehistóricos los usaban como moneda para comerciar.
Y es que los piñones son alimentos saludables y deliciosos. Contienen un 25% de proteínas y un 10% de carbohidratos, además de tiamina, niacina, vitamina K, calcio, magnesio, fósforo y potasio, entre otros nutrientes. Son muy apreciados tanto en repostería, en la populares pastas de piñones muy reconocidas de la provincia de Valladolid como en pastas y estofados. Son populares sobre todo en la gastronomía francesa e italiana; por ejemplo, se les usa en el pesto y en la baklava (un postre de Oriente). Los romanos y los griegos les atribuían propiedades afrodisíacas, y sugerían comerlos mezclados con miel y almendras antes de ir a dormir.
Todos los pinos son ricos en resinas y aceites alcanforados volátiles, y Pinus pinea no es la excepción. El aceite liberado por las hojas desprende un sutil aroma fresco usado en cosméticos y productos para revestir maderas. Muchas personas usan las piñas vacías como elementos decorativos, especialmente en arreglos florales; asimismo, son un buen combustible de uso en panaderías. La madera es de escasa calidad para la construcción, pero a veces se utiliza en la fabricación de algunos tipos de muebles.
Por otro lado la corteza de esta especia de pino es rica en taninos y se ha empleado en otras épocas en Castilla para el curtido de cueros.
Además es una especie con un papel fundamental como protectora de los suelos arenosos fijando dunas, sobre todo en sus localizaciones costeras como, por ejemplo, en el Parque Nacional de Doñana, en Huelva.
Además de los pinos, en la Senda también encontramos alguna encina, así como varias clases de arbustos: espino albar, majuelo, retama, aulaga, torvisco, jaguarcillo, esparraguera silvestre, tomillo blanco y común, y el cantueso.