Debemos partir de la convicción de que todo animador es un agente de transformación social que realiza una labor técnica y humana desde su compromiso con los voluntarios con los que trabaja. Por tanto, como un profesional comprometido con los destinatarios con los que trabaja ¿necesita unos mínimos?
Hace algunos años se definieron tres verbos para identificar tres direcciones formativas de los monitores:
La animación del voluntariado se centra pues en las finalidades y esencias del monitor (ser). También en unas habilidades básicas ayudadas de unas técnicas concretas (saber). Las capacidades del monitor se compaginan con sus saberes, métodos, aptitudes y actitudes (saber hacer).
Y, podemos añadir unos sentidos que le permitirán orientarse en el universo sociovoluntario con soltura (dejar hacer).